Texto El Ensayo II - IX

PARTE II

CAPÍTULO IX

Sobre el interés del dinero y sus causas.


2.9.1 Así como los precios de las cosas se fijan en las disputas del mercado por la cantidad de cosas ofrecidas a la venta en proporción a la cantidad de dinero ofrecida por ellas, o, lo que viene a ser lo mismo, por el número proporcional de vendedores y compradores, del mismo modo se establece el interés del dinero según el número proporcional de prestamistas y prestatarios.

2.9.2 Aunque el dinero es una garantía en el intercambio, no se multiplica por si mismo o engendra un interés en la circulación misma. Las necesidades del hombre parecen haber introducido el interés. Un hombre que presta su dinero bajo una buena garantía o una hipoteca corre al menos el riesgo de la mala voluntad del prestatario, o de los gastos, demandas o pérdidas. Pero cuando se presta sin seguridad, se corre el riesgo de perderlo todo. Por esta razón, en un principio, los hombres necesitados han debido tentar a los prestamistas bajo el cebo de un beneficio. Y este beneficio ha debido ser proporcional a las necesidades de los prestatarios y al miedo y a la codicia de los prestamistas. Este me parece es el origen del interés. Pero el uso constante en los países parece basado en los beneficios que los empresarios pueden obtener de su dinero.


2.9.3 La tierra produce naturalmente, con la ayuda del trabajo humano, 4, 10, 20, 50, 100, 150 veces la cantidad de grano sembrada en ella, de acuerdo a la fertilidad del suelo y a la industria de sus habitantes. Esta dos cosas multiplican la fruta y el ganado. El granjero que lleva a cabo el trabajo obtiene dos tercios de lo producido, con un tercio paga sus gastos y mantenimiento, el otro se queda de beneficio en la empresa.

2.9.4 Si el agricultor cuenta con capital suficiente como para llevar a cabo su empresa, si posee las herramientas e instrumentos necesarios, caballos para arar, ganado para pagar la tierra, etc., tomará para si mismo después de pagar el arriendo un tercio de lo producido por su granja. Pero si un trabajador competente que vive día a día de su salario y no tiene capital encuentra a alguien deseoso de prestarle su tierra o su dinero para que compre una, podrá darle al prestamista todo el tercio de la Renta o todo el tercio del producto de la granja de la que él se habrá convertido en granjero o empresario. Sin embargo el pensará que su posición mejoró desde que logre su mantenimineto del segundo ingreso y se convertirá en amo en lugar de trabajador. Si ahorra mucho y logra pequeños pellizcos de sus necesidades gradualmente puede acumular un pequeño capital, y necesitará cada año pedir prestado menos y por fin logrará conseguir todo el tercio de la renta.

2.9.5 Si este nuevo empresario encuentra medios para comprar granos o ganado a crédito para ser pagados en una fecha lo bastante larga para que él pueda hacer dinero con la venta de los productos de su granja, con mucho gusto pagará un precio superior al de mercado por sus compras. Los resultados serán los mismos si él pide prestado dinero en efectivo para comprar cereales a cambio de dinero contante y sonante, y pagará como interés la diferencia resultante entre el precio al contado y el precio a pagar en una fecha posterior. Pero tanto si pide prestado dinero o mercaderías a crédito, debe quedarle bastante para mantenerse o se verá en la bancarrota. El riesgo de que esto suceda es la razón por la que será requerido para pagar el 20 o el 30 por ciento por el beneficio o interés por la cantidad de dinero o por el valor de las mercancías que le han sido prestadas.

2.9.6 Una vez más, un maestro sombrerero que tiene capital para llevar adelante su manufactura de sombreros, bien sea para alquilar un inmueble, comprar castores, lana, tinturas, etc., o para pagar la subsistencia de sus trabajadores semanalmente, debe no sólo conseguir mantenerse del negocio, sino además obtener un beneficio similar al del granjero que se reserva la tercera parte para él mismo. Este mantenimiento y el beneficio debe provenir de la venta de sus sombreros, cuyos precios no sólo deben cubrir sus materiales, sino además el mantenimiento del sombrerero y sus trabajadores y además el beneficio en cuestión.

2.9.7 Pero un capacitado sombrerero ambulante sin capital puede emprender la misma manufactura pidiendo prestado dinero o materiales y dejando el beneficio para cualquiera que desee prestarle dinero o el castor, lana etc., al cual él pagará sólo después de haber vendido sus sombreros. Y cuando el prestamista requiere que le sea devuelto su capital, o el mercader de las lanas y otros prestamistas no le conceden más crédito, debe abandonar su negocio, en cuyo caso preferiría ir a la quiebra. Pero si es prudente e industrioso será capaz de demostrar a sus acreedores que, o bien tiene dinero en caja o sombreros por valor más o menos del importe que le fue prestado y ellos probablemente elijan continuar dándole crédito y estarán satisfechos hasta el momento con su interés o beneficio. De este modo podrá continuar su negocio y quizás gradualemente ahorrar algo de capital economizando de sus gastos. Con la ayuda de sus pequeños ahorros, cada año pedirá menos prestado y cuando haya recogido un capital suficiente para llevar su negocio, que será siempre proporcional a sus ventas, el beneficio quedará en su totalidad para él y se enriquecerá si no aumenta sus gastos.

2.9.8 Observemos que el mantenimiento de dicho fabricante es pequeño en comparación con las cantidades en que se endeuda en su actividad comercial o los materiales que se le dan de fiado, y por lo tanto, los prestamistas no corren el riesgo si es responsable y trabajador: pero es posible que si no lo es, los prestamistas le exigan siempre un beneficio o interés de un 20 o un 30 por ciento del importe de su préstamo. Incluso entonces sólo los que tienen una buena opinión de él confiarán en su persona. Las mismas deducciones podemos hacer respecto a los Maestros, Artesanos, Productores y otros empresarios cuyos emprendimientos necesitan un capital que excede considerablemente el valor de sus ingresos anuales.

2.9.9 Pero si un aguatero de París se establece como empresario de su propio trabajo, todo el capital que necesita es el importe de dos baldes que puede comprar por una onza de plata y entonces todas sus ganancias son beneficios. Si en este trabajo gana 50 libras de plata al año, el importe de su capital o préstamo será tal que su beneficio será de 1 a 50. Es decir, ganará un 5.000 por ciento, mientras que el sombrerero ganará sólo un 50% y tendrá que pagar un 20 o un 30 por ciento al prestamista.

2.9.10 No obstante, un prestamista preferirá prestar mil libras de plata a un fabricante de sombreros a un 20 por ciento de interés que no las mil libras a mil aguateros a un 500 por ciento de interés. Los aguateros no sólo se gastarán en su mantenimiento el dinero que ellos ganan en su labor diaria sino tambien todo lo que les sea prestado. Esos capitales son demasiados pequeños para lo que ellos necesitan para su mantenimiento: ya sea mucho o poco, pueden gastar todo lo que ganan. Por lo tanto, es apenas posible que estos empresarios lleguen a obtener beneficios. Bien podría ser que las ganancias de un aguatero fuesen de un 5.000% del valor de los baldes que le sirven como capital, incluso trabajando duro, si gana 100 onzas de plata al año, el 10 mil por cien. Pero es tan posible que gaste en su mantenimiento 100 onzas
como 50. Solamente conociendo lo que gasta en su mantenimiento podemos saber que cuanto obtiene de beneficio neto.

2.9.11 La subsistencia y el mantenimiento de los empresarios debe ser deducido antes de llegar al beneficio. Lo hemos hecho así en el ejemplo del granjero y el sombrerero, pero dificilmente puede ser determinado en el caso de los pequeños empresarios, que son mayoritariamente insolventes cuando están endeudados.

2.9.12 Es costumbre de los fabricantes de cervezas prestar unos pocos barriles a los encargados de las cervecerías, y cuando estos pagan por los primeros barriles, seguir prestándoles más. Si estas tabernas hacen un buen negocios a los fabricantes, a veces hacen una ganancia del 500% al año. Y he oído decir que los grandes cerveceros se vuelven más ricos aún cuando no más de la mitad de las tabernas cierran por quiebra en el transcurso de un año.

2.9.13 Todos los comerciantes al por mayor tienen el hábito de prestar mercancía o producto a los minoristas, y adecuar la tasa de su beneficio o interés al riego asumido. Este riesgo es siempre alto, debido a la gran proporción de prestatarios que incumplen el pago del crédito. Por si el prestatario o detallista no tiene una rotación alta en el pequeño negocio, rápidamente se irá a la ruina y gastará todo el dinero que a tomado en préstamo en su propia subsistencia, por lo tanto se verá abocado a la quiebra.

2.9.14 Las pescateras que compran pescado en Billingate (Londres) para revenderlo en otros barrios de la ciudad, generalmente pagan bajo contrato concertado por un escribano experto, un chelín por guinea de interés semanal [la guinea valía en el Reino Unido( hasta 1971) 21 chelines], lo que sube a un 260 por ciento anual. Las mujeres del mercado en París, cuyo negocio es más pequeño, pagan 5 soles por el interés semanal de un écu de 3 libras, lo que pasa del 430% anual. Y aún a pesar de esto, hay muy pocos prestamistas que hacen una fortuna por semejantes intereses enormes.

2.9.15 Estas altas tasas de interés no sólo están permitidas sino que además son convenientes y necesarias en un Estado. Los que compran pescado en las calles pagan esas altas tasas de interés en el precio incrementado. Les conviene y no los sienten. De igual manera un artesano que toma una pinta de cerveza y que paga por ella un precio que le permite al cervecero obtener un 500 por ciento de beneficio, está satisfecho por ello y no siente la pérdida en un adquisición tan pequeña.

2.9.16 Los casuistas [autores que exponen casos de la teología moral], que parecen personas poco aptas para juzgar la naturaleza del interés y los asuntos del comercio, han inventado un término, damnum emergens [daño emergente], con cuya ayuda dan consentimiento a estas altas tasas de interés; y más que contravenir la costumbre y la conveniencia de la sociedad, están de acuerdo y permiten que presten a una tasa tan alta cuando el riesgo es grande; y esto sin límite, porque sería difícil ponerlo desde el momento que el negocio depende en realidad de los temores del prestatario y de las necesidades de los prestamistas.

2.9.17 Los comerciantes marítimos son elogiados cuando pueden hacer un beneficio de sus aventuras, aunque sea del 10 mil por ciento. Y cualquiera que sean los beneficios que dichos comerciantes puedan hacer o estipular por la venta o crédito a largo plazo a los detallistas, nunca he escuchado que los casuistas hagan de ello un crimen. Los casuistas son, o parecen ser, un poco más escrupulosos sobre los prestamos en dinero contante y sonante, aunque es esencialemnte la misma cosa. Sin embargo, toleran los prestamos por una distición, lucrum cessans, lucro cesante, que han inventado.Entiendo que esto significa que un hombre que ha estado acostumbrado a poner su dinero a un 500% en su oficio podrá pedir este beneficio cuando le presta a otro . Nada hay más divertido que la multitud de leyes y cánones hechos en todas las épocas con el tema del Interés del Dinero por sabihondos que apenas conocían el comercio y que nunca tenían efecto.

2.9.18 Según parece y a partir de estos ejemplos e inducciones hay en un país muchas clases y canales de interés y beneficio, que en las más bajas clases, el interés siempre es alto en proporción al mayor riesgo, y que este disminuye subiendo de clase en clase hasta la más alta la cual está formada por mercaderes que son ricos y de reputada solvencia. El interés demandada en esta clase es llamado el interés corriente en el país y difiere poco del interés de la hipoteca de la tierra. La cuenta de un comerciante sólido y solvente es mucho más apreciada, al menos durante algún tiempo, casi como una hipoteca sobre la tierra, porque la posibilidad de una demanda o una disputa sobre esta última constituye la posibilidad de la quiebra del comerciante.

2.9.19 Si no hubiera en un país empresarios que puedan hacer un beneficio con el dinero o con los bienes que toman a préstamo, el uso del interés sería probablemente menos frecuente de lo que es en realidad.Sólo las personas y extravagantes contratarían préstamos. Pero acostumbrado todo el mundo a hacer uso de los empresarios, hay una constante fuente para préstamos y, por consiguiente, del interés. Hay empresarios que cultivan la tierra y suministran pan, carne, vestidos, etc., a los habitantes de la ciudad. Aquellos que trabajan por un salario para estos empresarios tratan de emularles y establecerse como empresarios. El número de empresarios es mucho mayor entre los chinos, y como todos ellos tienen una inteligencia viva, una genialidad para la empresa y una gran preserverancia para llevarla a cabo, hay entre ellos muchos empresarios, tantos como entre nosotros hay personas que cobran un salario fijo. Ellos les suministran a sus trabajadores las comidas, incluso en los campos. Tal vez sea esa pequeña multitud de pequeños empresarios y otros quienes, de clase en clase, encontrando los medios para ganar una buena cantidad liderando el aumento del consumo sin que este sea sentidp por los consumidores, mantienen alta la tasa de interés en las clases más elevadas hasta el 30 por ciento, mientras que en nuestra Europa dificílmente supera el 5 por ciento. En Atenas, en los tiempos de Solón, el interés era del 18 por ciento. En la República Romana normalmente era del 12 por ciento. Pero es bien sabido que era del 48, 20, 8, 6, y el más bajo, el 4%. Nunca fue tan bajo en el mercado libre como hacia finales de la República y bajo Augusto después de la conquista de Egipto. Los emperadores Antonino y Alejandro Severo redijeron el interés a tan solo el 4% prestando dinero público en el mercado público.


CAPÍTULO X

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