PARTE I
Capítulo II
De las sociedades humanas
Fuentes de la traducción en inglés:
- McMaster University.
- Mises.org (pdf que se puede descargar)
- The Online Library of Liberty
- (Traducción del Instituto von Mises de 2010 (pdf que se puede descargar)
- Library of Economics and Liberty (econlib)
* * * * *
Para este capìtulo:
1.2.1 Sea cualquiera la manera de formarse una sociedad humana, la propiedad de las tierras donde se asienta pertenecerá necesariamente a un pequeño número de personas.
1.2.2 En las sociedades errantes, como en las hordas tártaras y los campamentos de indios, que se trasladan de un lugar a otro con sus ganados y familias, es necesario que el capitán o rey, que es su líder fije los límites del cuartel de cada jefe de familia, y dé aposentamiento a cada uno alrededor del campo. De otro modo siempre habría disputas respecto a las parcelas y productos, maderas, hierbas, agua, etc; pero una vez distribuidos los cuarteles y límites de cada uno, tal regulación será valedera, como una propiedad, durante el tiempo que allí permanezcan.
1.2.3 En las sociedades más asentadas: si un príncipe, a la cabeza de un ejército, ha conquistado un país, distribuirá las tierras entre sus oficiales o favoritos, de acuerdo con los méritos respectivos o su placer (en este caso se halló originariamente Francia); establecerá leyes para asegurar la propiedad de esas tierras para ellos o sus descendientes; o bien se reservará la propiedad de las tierras, empleando a sus oficiales o favoritos en el empeño de hacerlas producir; o las cede a condición de que le paguen sobre ellas todos los años censo o canon; o las entrega reservándose la libertad de gravarlas todos los años, según sus necesidades propias y la capacidad de sus vasallos. En cualquiera de estos casos, los oficiales o favoritos, ya sean propietarios absolutos o dependientes, ya sean intendentes o inspectores del producto de las tierras, no representarán sino un pequeño número, en comparación con el total de los habitantes.
1.2.4 Aun sí el príncipe distribuye las tierras por lotes iguales entre todos los moradores, al final irán a parar a manos de un pequeño número. Un habitante tendrá varios hijos, y no podrá dejar a cada uno de ellos una porción de tierra igual a la suya; otro morirá sin descendencia, y dejará su porción a quien ya tiene alguna, mejor que a otro que carece de ella; un tercero será holgazán, pródigo o enfermizo, y se verá obligado a vender su porción a otro que sea frugal y laborioso, quien irá aumentando continuamente sus tierras mediante nuevas compras, empleando para explotarlas el trabajo de quienes, careciendo de tierras propias, se verán obligados a ofrecer su trabajo para subsistir.
1.2.5 En el primer establecimiento de Roma se dio a cada habitante dos yugadas de tierra; esto no impidió que muy pronto surgiera en los patrimonios una desigualdad tan grande como lo que hoy advertimos en todos los Estados de Europa. Y así las tierras pasaron a ser patrimonio de un pequeño número de propietarios.
1.2.6 Suponiendo que las tierras de un estado nuevo pertenezcan a un pequeño número de personas, cada propietario hará valer sus tierras con el esfuerzo de sus manos, o las encomendará a uno o varios colonos; en esta economía es preciso que los colonos y labradores encuentren su manutención; tal cosa es absolutamente indispensable, ya se exploten las tierras por cuenta del propietario mismo o por la del colono. El excedente del producto de la tierra queda a disposición del propietario; éste transfiere, a su vez, una parte al príncipe o al Gobierno, o bien al colono entrega dicha porción directamente al príncipe, a expensas del propietario.
1.2.7 En cuanto al uso a que debe destinarse la tierra, lo primero es dedicar una parte de ella al mantenimiento y alimentación de quienes la trabajan y la hacen producir; el destino del resto depende principalmente del capricho y del régimen de vida del príncipe, de los lores y del propietario; si les gusta beber, cultivarán viñas; si las sedas les encantan, plantarán moreras y criarán gusanos de seda; por añadidura precisa emplear ciertas parcelas de tierra para el sustento de quienes trabajan en ella; si les gustan los caballos, necesitarán praderas, y así sucesivamente.
1.2.8 Ahora bien, si suponemos que las tierras no pertenecen a nadie en concreto, no es fácil concebir que sobre ellas pueda asentarse una sociedad de hombres; por ejemplo, en las tierras comunales de un poblado, se fija el número de cabezas de ganado que cada uno de los habitantes puede enviar libremente a pastar en ellas; si se dejaran las tierras al primer ocupante, en una nueva conquista o descubrimiento de un país, siempre precisaría establecer una regla para fijar la propiedad, y vincular a ella una sociedad de hombres, ya fuese la fuerza o la política la que decidiese esta regla.
RESUMEN: Partiendo de una distribución igual de la tierra en un estado primitivo, la diferente laboriosidad o afán de ahorro de los individuos o la suerte lleva, inexorablemente, conduce a una distribución desigual, acaparando unos las tierras y otros quedándose desposeidos de ellas. Los segundos, para subsistir, trabajarán para los primeros. Los productos de la tierran deben destinarse, primero, para el mantenimiento de quienes la trabajan y después, para el gusto y capricho de sus propietarios.
CAPÍTULO III

0 comentarios:
Publicar un comentario