Texto El Ensayo I - V

PARTE I
Capítulo V
De las ciudades

Fuente de la traducción en inglés: McMaster University.

1.5.1 Los terratenientes que sólo tienen pequeñas parcelas de tierra, viven ordinariamente en los burgos y en las aldeas, cerca de sus tierras y de sus colonos. El transporte de los productos que obtienen de sus tierras a ciudades lejanas, no les permitirá vivir conmfortablemente en dichas ciudades. En cambio los propietarios dotados de extensas tierras tienen medios para vivir lejos de ellas, gozando de una agradable sociedad, con otros propietarios y señores de la misma condición.
1.5.2 Si un príncipe o señor que, con ocasión de la conquista de un país, ha recibido grandes concesiones de tierra, fija su morada en un lugar placentero, y otros señores deciden establecer allí su residencia, con ánimo de verse a menudo y gozar de una agradable sociedad, este lugar se convertirá en una ciudad. En ella construirán casas espaciosas, para vivienda de los señores en cuestión; se erigirán otras para los mercaderes, artesanos y profesionales de toda especie, atraídos a ese lugar por la residencia de estos señores. Para servirles harán falta panaderos, carniceros, cerveceros, vinateros y fabricantes de toda clase. Estos empresarios edificarán sus casas en el lugar en cuestión, o alquilarán las construidas por cuenta ajena. No existe un gran señor cuyos gastos domésticos, su tren de vida y sus criados no mantengan mercaderes y artesanos de toda especie, como puede verse, por los cálculos detallados que figuran en el Suplemento de este Ensayo [NOTA DEL TRADUCTOR: el suplemento se perdió].
1.5.3 Como todos estos artesanos o empresarios se sirven mutuamente, a más de servir a la nobleza, suele pasar inadvertido el hecho de que el mantenimiento de unos y otros corresponde finalmente a los señores y propietarios de las tierras. No se advierte que todas las pequeñas casas de una ciudad, tal como aquí la describimos, dependen y subsisten del gasto de las casas grandes. Más adelante veremos que todos los estamentos y habitantes de un Estado subsisten a expensas de los propietarios de las tierras. Todavía crecerá más la ciudad si el Rey o Gobierno establece en ella tribunales de justicia, ante los cuales eleven sus recursos los habitantes de los burgos y aldeas de la provincia. Un nuevo aumento en el número de empresarios y artesanos de toda clase resultará indispensable para el sostenimiento de las gentes de justicia y de los abogados.
1.5.4 Si en esta misma ciudad se establecen talleres y manufacturas más allá de lo requerido por el consumo interno, para transportar los productos y venderlos en otras tierras, la magnitud de la ciudad será proporcionada al número de obreros y artesanos que subsistan a expensas de los forasteros.
1.5.5 Pero dejando a un lado estas consideraciones para no complicar el tema de nuestra investigación, podemos decir que la reunión de varios ricos hacendados, que se aposentan en un mismo lugar, basta para formar lo que se llama una ciudad, y que diversas ciudades europeas, en el interior del Continente, deben la cifra de sus vecinos al hecho de dicha reunión: en tal caso la magnitud de una ciudad se halla naturalmente proporcionada al número de terratenientes que en ella residen, o más bien al producto de las tierras de su pertenencia, después de deducir los gastos de transporte para aquellos cuyas tierras estén más distantes, y la porción que vienen obligados a suministrar al Rey o al Gobierno, y que suele ser consumida en la capital.

RESUMEN: el establecimiento de una ciudad se debe al aposentamiento de los grandes terratenientes en ella, lo que lleva a que, siguiendo a los primeros, se establezcan en la ciudad numerosos artesanos para suministrarles todo lo que necesitan. Cantillon ya adelanta que "todos los estamentos y habitantes de un Estado subsisten a expensas de los propietarios de las tierras", tema que desarrollará después. Cuanto mayor es la ciudad, mayor es la especialización del trabajo. Caunto mayor es una ciudad, habrá mayor diversidad de artesanos y mayor especialización del trabajo. Las grandes ciudades pueden incluso comerciar con tierras más omenos lejanas.

CAPÍTULO VI

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