Texto El Ensayo I - XI

PARTE I
Capítulo XI
De la relación entre el valor de la tierra y el del trabajo.
1.1.1 Parece que la Providencia no ha dado el derecho de posesión de las tierras a un hombre, con preferencia sobre otro. Los títulos más antiguos están fundados en la violencia y la conquista. Las tierras de México pertenecen hoy a los españoles, y las de Jerusalén a los turcos. Pero cualquiera que sea el modo en que se llegua a adquirir la propiedad y posesión de la tierra, hemos advertido ya que siempre corresponde a un número de personas pequeño en comparación con la totalidad de los habitantes.
1.1.2 Si el propietario de una gran extensión de terreno lo mantiene en sus manos, empleará esclavos, o gentes libres, para trabajarlo: si emplea numerosos esclavos, habrá de contar con capataces, para hacerlos trabajar, también necesitará esclavos artesanos, que habrán de procurarle todas las comodidades y ventajas de la vida, a él mismo y a las personas por él empleadas; por último tendrá artesanos que enseñen a otos sus oficios a otros para al trabajo continúe.
1.11.3 En este régimen económico, el propietario tendrá que permitir un nivel de vida a sus obreros esclavos, y los medios para que éstos alimenten a sus hijos. Dará también a sus capataces ventajas proporcionales a la confianza y autoridad que les de; los esclavos que están aprendiendo un oficio deberán ser mantenidos durante su aprendizaje, y los artesanos esclavos que los enseñan y sus capataces , quienes deben ser competentes en sus artes, deberán tener un mejor nivel de vida que los trabajadores esclavos comunes, ya que la pérdida de un artesano sería más onerosa que la de un esclavo trabajador común, lo cual obliga a tener más cuidado de aquéllos, atendiendo a lo que cuesta siempre que alguien aprenda un oficio, para reemplazarlos.
1.11.4 En este supuesto, el trabajo del esclavo adulto de la categoría más ínfima corresponde, por lo menos, y tiene el mismo valor que la cantidad de tierra destinada por el propietario para su sustento y sus mínimas necesidades, y aun el doble de la cantidad de tierra necesaria para educar un hijo hasta la edad de trabajo, considerando que la mitad de los niños que nacen mueren antes de cumplir los diecisiete años, según los cálculos y observaciones del célebre doctor Halley: así, precisa criar dos hijos para que uno llegue a la edad de trabajar, y parece que este cómputo no es aún suficiente para dar continuidad al trabajo, porque los hombres libres mueren en toda edad.
1.11.5 Cierto es que la mitad de los niños que nacen, mueren antes de la edad de diecisiete años, pero sucumben con mucha más frecuencia en los primeros años de su vida que en los siguientes, ya que más de la tercera parte de los que nacen mueren durante el primer año. Esto parece disminuir el gasto que se requiere para criar un hijo hasta la edad en que comienza trabajar; pero como las madres pierden mucho tiempo cuidando a sus hijos en enfermedades durante la infancia, y como las muchachas adultas no igualan el trabajo de los varones, y apenas ganan con qué subsistir, parece que, para conservar uno de cada dos niños criados, hasta la edad juvenil o hasta el momento en que hallan aptos para trabajar, es necesario emplear tanto producto de la tierra como para la subsistencia de un esclavo adulto, bien que el propietario mismo los críe en su casa o los haga criar a estos muchachos, ya sea que el padre esclavo los críe en una casa o en una aldea aparte. De ello deduzco que el trabajo cotidiano del esclavo más vil corresponde en valor al doble del producto de la tierra de la cual subsiste, bien que el propietario le de a éĺ para su propia subsistencia y la de su familia, ya los aloje y alimente con su familia en su casa. Esto no admite un cálculo exacto, pero tampoco es muy necesaria la precisión; es suficiente con que no nos alejemos mucho a la realidad.
1.11.6 Si el propietario emplea en sus trabajos vasallos o labradores libres, probablemente les dará mejor trato que a los esclavos, siguiendo en esto la costumbre del lugar; pero aún en este caso, el trabajo del labrador libre debe corresponder, en valor, al doble del producto de la tierra, necesario para sus sustento. Pero para el propietario siempre sería más ventajoso mantener esclavos que individuos libres, teniendo en cuenta que cuando haya criado un número excesivo en proporción a las necesidades de su trabajo, podrá vender los excedentes, como hace con el ganado, y logrará obtener un precio proporcional al gasto que haya hecho para criarlos hasta la edad viril o hasta el momento en que puedan empezar a trabajar, ello sin contar con los casos de enfermedad o de vejez.
1.1.7 Del mismo modo se puede calcular el trabajo de los artesanos esclavos en el doble del producto de la tierra que consumen; y el de los capataces de trabajo, también del mismo modo, según las ventajas y comodidades que se les procure sobre la de quienes trabajan bajo su vigilancia.
1.11.8 Cuando los artesanos o trabajadores disponen libremente de su doble porción, emplearán una parte para su propio sustento si están casados, y la otra para el de sus hijos. Si están solteros, dejarán de lado una pequeña parte de su doble porción, para permitirles casarse en el futuro, constituyendo un pequeño fondo para el futuro hogar; pero muchos de ellos consumirán la doble porción para su propio sustento.
1.11.9 Por ejemplo el trabajador casado se contentará con pan, queso, verduras y legumbres, etc., pocas veces comerá carne, beberá poco vino o cerveza, no dispondrá sino de vestidos viejos y de mala calidad, que usará el mayor tiempo posible: lo que le quede de su doble porción lo destinará a la crianza y sustento de sus hijos, mientras el trabajador soltero comerá carne siempre que pueda, obtendrá trajes nuevos, y por consiguiente empleará su doble porción para sus propios requerimientos. Por lo cual consumirá, en su persona, doble cantidad de productos de la tierra que el trabajador casado.
1.11.10 No tengo en cuenta ahora el gasto de la esposa. Supongo que su trabajo apenas será suficiente para su propio sustento. Cuando veo un gran número de niños pequeños es uno de estos pobres hogares, supongo que ciertas personas caritativas contribuirán de algún modo a su subsistencia, sin la cual el marido y la mujer habrán de privarse de una parte de lo indispensable, con el ánimo de asegurar el sustento de sus hijos.
1.11.11 Para comprender mejor este tema conviene saber que un trabajador pobre puede mantenerse, conforme al cálculo más bajo, con el producto de un acre y medio de tierra [NOTA DEL TRADUCTOR: unos 6.000 m2, 0.6 hectáreas; 1 acre = 4.000 m2], alimentándose con pan, verduras y legumbres, llevando vestidos de cáñamo y zuecos; en cambio si consume vino y carne, trajes de lana, etc., tendrá que gastar para ello, aún sin embriaguez, glotonería o excesos de ninguna clase, el producto de 4 a 10 acres de tierra de mediana calidad [de 1,6 a 4 hectáreas], como son, unas con otras, la mayor parte de las tierras de Europa. Yo he mandado hacer cálculos, que pueden verse en el Suplemento, para hallar la cantidad de tierra a base a la cual un hombre puede procurarse el producto de cada especie de alimento, vestido y otras cosas necesarias para su subsistiencia durante un año, según el género de vida de nuestra Europa, en la cual los habitantes de diversos países se alimentan y subsisten de modo bastante diferente.
1.1.12 Por este motivo no he determinado a cuánta tierra corresponde, en valor, el trabajo del campesino más bajo, cuando establecí que vale el doble del producto de la tierra que sirve para mantenerlo, ya que esa cantidad varía según el género de vida de los distintos países. En algunas provincias del sur de Francia, el campesino se mantiene con el producto de un acre y medio de tierra, pudiendo su trabajo estimarse como equivalente al producto de tres acres. Pero en el condado de Middlesex, el campesino gasta ordinariamente el producto de cinco a ocho acres de tierra, y su trabajo puede estimarse, también, en el doble.
1.11.13 En el país de los iroqueses, en que los habitantes no explotan la tierra, y viven exclusivamente de la caza, el cazador más vil puede consumir el producto de cincuenta acres de tierra, ya que probablemente será necesaria dicha extensión para alimentar los animales que él consume durante un año, con tanta más razón cuanto que estos salvajes no tienen el suficiente talento para producir pastos, roturando una zona del bosque, sino que lo encomiendan todo el capricho de la Naturaleza. Se puede calcular, por tanto, que el trabajo de este cazador equipara, en valor, al producto de cien acres de tierra. En las provincias meridionales de China, la tierra produce al año tres cosechas de arroz, y rinde hasta cien veces su propia semilla, cada vez, debido al gran cuidado con que trabajan en la agricultura y por la fertilidad de la tierra, que no descansa jamás. Los campesinos que allí trabajan, casi desnudos, no comen otra cosa que arroz, ni beben otra cosa que agua de arroz y parece que un acre da de comer a más de diez personas. No es extraño que el número de habitantes sea muy grande. Sea como fuere, de estos ejemplos se infiere que a la Naturaleza le es indiferente que las tierras produzcan hierba, bosques o cereales, y que en ellas pueda nutrirse un número grande o pequeño de vegetales, animales u hombres.
1.11.14 Los colonos en Europa corresponden, según parece, a los capataces de esclavos y obreros de otros países, y los maestros artesanos, bajo cuya dirección trabajan varios compañeros, a los inspectores de esclavos artesanos. Estos maestros artesanos saben aproximadamente qué tarea puede hacer cada día un “compañero” artesano en cada oficio y les pagan, a menudo, en proporción al trabajo que realizan y así estos compañeros trabajan tanto como pueden, por su propio interés sin necesidad de vigilancia alguna.
1.11.15 Como los colonos y maestros artesanos en Europa son todos empresarios y trabajan a su propio riesgo, unos se enriquecen y ganan más que el doble de su subsistencia, otros se arruinan y quiebran, como explicamos más en detalle cuando nos ocupemos de los empresarios, pero en su mayoría se mantienen al día con su familia; podría estimarse que el trabajo o inspección de estas gentes vienen a ser, más o menos, el triple del producto de la tierra que sirve para mantenerlos. Es cierto que si bien estos granjeros y maestros artesanos rinden el trabajo diez agricultores o compañeros, serian igualmente capaces de dirigir el trabajo de veinte, según la extensión de su granjas o el número de sus clientes, circunstancias que hace incierto el valor de su trabajo o vigilancia.
1.11.16 En base de estos ejemplos y de otros que podrían añadirse en el mismo sentido, se observa cómo el valor del trabajo cotidiano guarda relación con el producto de la tierra, y que el valor intrínseco de una cosa puede medirse por la cantidad de tierra y de trabajo que interviene en su producción, es decir por la cantidad de tierra cuyo producto se atribuye a los propietarios; y como todas estas tierras pertenecen al príncipe o a los propietarios, todas las cosas que tienen ese valor intrínseco lo poseen a expensas de ellos.
1.11.17 El dinero o la moneda, que encuentra en el intercambio las proporciones de valor, es la medida más certera para juzgar de la paridad entre la tierra y el trabajo, y de la relación que uno y otro en los diferentes países, variando dicha paridad según la mayor o menor cantidad de producto de la tierra que se atribuye a los que la trabajan.
1.11.18 Por ejemplo, si un hombre gana una onza de plata, diariamente con su trabajo, y otro no gana más que media onza en el mismo lugar, se puede concluir que el primero tiene disponible el doble de producto de la tierra que el segundo. Sir William Petty, en un breve manuscrito del año 1685 [NOTA DEL TRADUCTOR: publicado en 1691, Anatomía Política de Irlanda, capítulo IX], considera esta paridad o ecuación de la tierra y del trabajo como la consideración más importante en materia de aritmética política, pero la investigación practicada por él, un poco a la ligera, resulta arbitraria y lejana de las reglas de la Naturaleza, porque no ha tenido en cuenta las causas y principios, sino tan solo los efectos, lo mismo que ha ocurrido con Mr. Locke, Mr. Davenant y todos los demás autores ingleses que han escrito sobre la materia.


CAPÍTULO XII

0 comentarios:

Publicar un comentario