Texto El Ensayo II - V

PARTE II

CAPÍTULO V

DE LA DESIGUALDAD DE LA CIRCULACIÓN DE LA MONEDA FUERTE DE UN ESTADO


II.V.I La ciudad siempre suministra varias mercancías al campo, y los propietarios de la tierra que viven en la ciudad deberían rcibir allí alrededor de un tercio del producto de su tierra. El campo debe a la ciudad más de la mitad del producto de la tierra. Esta deuda siempre excedería a la mitad si todos los propietarios de la tierra viviesen en la ciudad, pero varios de los menos importantes viven en el campo, por lo que supongo que el saldo o deuda que continuamente vuelve del campo a la ciudad es equivalente a la mitad del producto del campo y es pagada en la ciudad y la mitad de los productos del campo son transportados a la ciudad y vendidos para pagar su deuda.

II.V.II Pero todo el campo en conjunto de un estado o reino debe estar en equilibrio constante con la ciudad, tanto por las Rentas de los más importantes terratenientes que residen allí como por los impuestos del estado o de la corona, la mayoría de los cuales son gastados en la capital. Todas las ciudades de provincia debe un saldo o deuda constante a la capital, ya sea por el estado o para el consumo de las casas o para pagar los productos que se elaboran en la ciudad. Sucede también que varios individuos y terratenientes que viven en las ciudades de provincia suelen pasar algún tiempo a la capital, por placer o para la resolución de sus demandas de casación o porque envían a sus hijos allí para que reciban una educación de moda. Consecuentemente todos estos gastos que proceden de las capitales de provincia son efectuados en la capital.

II.V.III Suele decirse que todo el campo y todas las ciudades de un estado deben regular y anualmente un saldo o deuda a la capital. Pero como todo es pagado en dinero, es evidente que las provincias siempre deben sumas considerables a la capital; los productos y mercancías que las provincias envían a la capital son vendidos allí por dinero, y con él es pagado este balance o deuda.

II.V.IV Supón ahora que la circulación del dinero, tanto en las provincias como en la capital, es igual, tanto en cantidad como en velocidad de circulación. El saldo primero es enviado a la capital enefectivo y esto disminuirá la cantidad de dinero en las provincias y la aumentará en la capital, y por lo tanto, las materias primas y productos básicos serán más caros en la capital que en las provincias, a causa de la mayor abundancia del dinro en la capital. La diferencia de precios en la capital y en las provincias debe pagar los costes y riesgos del transporte, de lo contrario, el efectivo será enviado a la capital para pagar el saldo y esto continuará hasta que los preciuos en la capital y en las provincias lleguen al nivel de dichos costes y riesgos. Entonces los mercaderes y empresarios de las ciudades con mercado comprarán a bajo precio los productos de las aldeas y pueblos y los enviarán a la capital para ser vendidos allí amayor precio: y esta diferencia de precio paga el amntenimiento de los caballos y siervos y los beneficios de los empresarios, o de lo contrario, cesarían en su empresa.

II.V.V De lo anterior se deduce que el precio de las materías primas de igual calidad será siempre mayor en los lugares cercanos a la capital que en aquellos más distantes en proporción a los costes y riesgos del transporte; y en los lugares ribereños a los mares y rios que pasan o están al lado de la capital obtendrán mejores precios por sus productos en proporción a aquellos más distantes (permaneciendo otras cosas iguales) porque el transporte por agua es menos caro que el terrestre. Por otra parte, los productos y artículos pequeños que no pueden ser consumidos en la capital, porque no son adecuados o porque por su volumen no pueden ser enviados allí, serán infinitamente más baratos en el campo y en las provincias más distantes que en la capital, debido a la cantidad de dinero circulando por ellas, que es mucho más pequeño en las provincias distantes.

II.V.VI Por lo tanto, los huevos, la mantequilla y la leña en general serán mucho más baratos en el distrito de Poitou, mientras que los cereales y los caballos serán más caros en Paris, y sólo por la diferencia del coste y del riesgo del transporte y las tasas para entrar a la ciudad.

II.V.VII Sería fácil hacer un número infinito de deducciones del mismo tipo para justificar mediante la experiencia la necesidad de una desigualdad en la circulación del dinero en las diferentes provincias de un gran estado o reino, y para demostrarle que esta desigualdad es siempre relativa al saldo o deuda que pertenece a la capital.

II.V.VIII Si suponemos que el saldo que se le debe a la capital es de un cuarto del producto de la tierra de todas las provincias de un estado, el mejor uso que se le puede dar a la tierra de las regiones que bordean la capital es producir el tipo de productos que no pueden ser traídos de las provincias distantes sin deterioro o por un coste excesivo. Esto es de hecho lo que siempre ocurre. Los precios de mercado de la capital actuan como una norma para que los granjeros emplean la tierra para tal o cual propósito, y normalmente son para cultivos de huerta o pastos.

II.V.IX Siempre que sea posible, las manufacturas de tela, lino, ropa fina, etc., deben ser creadas en las provincias remotas; y en las cercanías de las minas de carbón, bosques, que no sean útiles por la distancia, manufacturas de hierro, estaño y cobre. De esta manera, los productos terminados podrían ser enviados a la capital a un coste de transporte mucho menor que sus materias primas para ser elaboradas en la capital y las subsistencias de los artesanos que trabajan allí. Esto salvaría a una cantidad de caballos y carreteros, que estarían mejor empleados en beneficio del estado. La tierra serviría para mantener sobre el terreno a trabajadores y a mecánicos útiles; y una cantidad de caballos, que sólo sirven para transportes innecesarios, se salvarían. De este modo, las tierras distantes tendrían mayores rendimientos y podrían pagar mayores alquileres a sus propietarios y la desigualdad de circulación entre las provincias y la capital sería mejor proporcionada y menos considerable.

II.V.X Sin embargo, el establecimiento de manufacturas del modo narrado, no sólo necesitaría mucho estímulo y capital sino también alguna manera de asegurar una demanda regular y constante, bien en la capital mismo o en los países vecinos, cuyas exportaciones pueden estar al servicio de la capital, bien por el pago de las mercancías que se extrae de estos países extranjeros, o bien por el retorno de plata en especie.

II.V.XI Cuando estos talleres de manufacturas están establecidos, la perfección no está lograda inmediatamente. Si alguna otra provincia produce mejor o más barato, bien sea debido a la vecindad de la capital o a la conveniencia de las comunicación por río o por mar, con lo que el transporte se verá considerablemente facilitado, las manufacturas en cuestión no tendrán éxito. Todas estas circunstancias deben tenerse en cuenta en la creación de un taller de manufacturas. No tengo el propósito de tratarlo en este Ensayo, pero sólo quiero sugerir que, tanto como sea posible, las amnufacturas deberían establecerse en las provincias distantes de la capital, para que sea más importante y lograr allí una circulación menos desproporcionada en relación a la de la capital.

II.V.XII Cuando una provincia distante no tiene manufacturas y produce sólo materias primas ordinarias, sin comunicaciones fluviales con la capital o el océano, es asombroso como escasea el dinero comparado con el que circula en la capital y cuan poco las mejores tierras producen para el Príncipe y los propietarios que residen en la capital.

II.V.XIII Los vinos de la Provenza y el Languedoc, para enviarlos al norte, dan la vuelta por el estrecho de Gibraltar, y tras una larga y dificultosa travesía, después de haber pasado por las manos de varios comerciantes, dan muy poco rendimiento a los propietarios de esas tierras que viven en París.

II.V.XIV Sin embargo es necesario que estas provincias lejanas envíen sus productos, a pesar de todos los inconvenientes del trasnporte y la distancia a la capital o a cualquier otro lugar, bien sea en el estado o en los países extranjeros para conseguir los retornos necearios para el pago del saldo pendiente con la capital. Pero este producto podría ser consumido en el lugar si hubiesen obras o fábricas para pagar esta deuda, en cuyo caso el número de habitantes podría ser mucho mayor.

II.V.XV Cuando la provincia paga la deuda con la capital sólo con sus productos que dejan tan poco por cual del trasnporte a tan largas distancias, es evidente que el propietario que vive en la capital, paga el producto de mucha tierra en el campo y a cambio recibe muy poco en la capital. Esto surge por la desigualdad del dinero, y esta desigualdad se produce a causa de la constante deuda que le debe la provincia a la capital.

II.V.XVI En la actualidad, si un estado o nación suministra a todos los países extranjeros con el trabajo de sus propias manufacturas, conseguirá un saldo favorable de dinero del extranjero y la circulación será más abundante que en los países extranjeros y consecuentemente, la tierra y el trabajo se volverán gradualmente más caros. Se sigue que, en todas las ramas del comercio, si las circunstancias continuan, el estado en cuestión intercambiará una menor cantidad de tierra y trabajo con los países extranjeros por una cantidad mayor.

II.V.XVII Pero si algunos extranjeros residen en el estado en cuestión, estarán más o menos en la misma situación y circunstancias que los propietarios de tierras que viven en Paris y que tienen sus tierras en distintas provincias.

II.V.XVIII Francia, desde la erección en 1646 de las manufacturas de telas y otras construcciones, se presentó al comercio, al menos en parte, en la forma descrita. Desde la decadencia de Francia, Inglaterra ha tomado la possión de este comercio; y todos los estados que parecen florecientes toman parte en él. La desigualdad de la circulación del dinero en los diferentes estados, siempre que lo demás permanezca igual. constituye la desigualdad en su respectivo poder; y esta desigualdad de circulación es siempre respectiva a la balamza de comercio exterior.

II.V.XIX Es fácil juzgar, por lo que se ha dicho en este capítulo, que la evaluación del impuesto del diezmo real hecha por el señor de Vauban, no sería ni conveniente ni viable.


CAPÍTULO VI

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