Texto El Ensayo I - IV

PARTE I
Capítulo IV
De los burgos

Fuente de la traducción en inglés: McMaster University.

1.4.1 Existen algunos pueblos donde se han establecido mercados, en interés de algún propietario o señor de la Corte. Estos mercados, que se celebran una o dos veces por semana, animan a muchos pequeños empresarios y mercaderes a establecerse en el lugar. Compran en el mercado los artículos que llegan al mercado de los pueblos vecinos, para transportarlos y venderlos en las ciudades; a cambio de ellos adquieren en la ciudad hierro, sal, azúcar y otras mercancías, vendiéndolos a los habitantes de los pueblos en los días de mercado. También se aposentan en estos lugares pequeños artesanos, como cerrajeros, carpinteros y otros, quienes satisfacen las necesidades de los aldeanos que en sus pueblos carecen de tales servicios, y, en fin, estos poblados se convierten en ciudades. Situada la ciudad en el centro de varias aldeas, cuyos habitantes frecuentan el mercado, es más natural y más fácil que los aldeanos lleven a él sus artículos los días de mercado, para venderlos, y compren con su producto las mercancías necesarias, en lugar de que las mercaderías en cuestión sean llevadas por mercaderes y empresarios a las aldeas, para recibir en cambio los artículos de los aldeanos. 1) Si los mercaderes fueran pasando de aldea en aldea, en los pueblos se multiplicaría, sin necesidad, el gasto de transporte. 2) Tales mercaderes se verían obligados, acaso, a visitar diversos lugares antes de encontrar la calidad y cantidad de los artículos cuya compra les interesa. 3) Los aldeanos se hallarían con frecuencia trabajando en los campos, a la llegada de los mercaderes, y, no sabiendo qué genero de mercaderías desean, no tendrían nada dispuesto para ofrecerles en cambio. 4) Casi imposible resultaría fijar en los pueblos los precios de producto y mercaderías entre los mercaderes y los aldeanos. El mercader no se avendría a pagar en un pueblo el precio que allí se solicita por la mercancía, con la esperanza de encontrarla más barata en otro lugar, y los aldeanos rehusarían el precio que el mercader les ofrece por sus productos, ante la expectativa de otro mercader que pueda venir después y la tome a mejor precio.
1.4.2 Todos estos inconvenientes se evitan si los aldeanos se trasladan a la ciudad en los días de mercado, para vender allí sus productos y comprar en él las mercancías necesarias. Los precios van fijándose en el mercado conforme a la proporción de los artículos que se ofrecen en venta y el dinero dispuesto a comprarlos; todo ello ocurre en el mismo lugar, a la vista de todos los aldeanos de diversos poblados y de los mercaderes o empresarios de la ciudad. Una vez determinado el precio entre algunos, los otros siguen sin dificultad, estableciéndose así el precio del mercado para aquel día. El aldeano regresa a su pueblo y reanuda su trabajo.
1.4.3 El tamaño de la ciudad está naturalmente proporcionada al número de colonos y labradores necesarios para cultivar las tierras que de él dependen, y al número de artesanos y pequeños mercaderes ocupados en las aldeas de la comarca de esta ciudad, con sus auxiliares y caballerías, y, por último, al número de personas sustentadas por los terratenientes, allí residentes.
1.4.4 Cuando los pueblos pertenecientes a la comarca de una ciudad, cuyos habitantes llevan ordinariamente sus artículos al respectivo mercado, sean importantes y dispongan de abundantes productos, la ciudad adquirirá también importancia y grandeza proporcionales; pero cuando los pueblos circundantes cuenten con escasos productos, el burgo será también pobre y miserable.

RESUMEN: Cantillon define una ciudad como un núcleo de población más grande rodeado de aldeas y pueblos más pequeños y que tiene un mercado. Después analiza la ventaja para los aldeanos de alrededor de tener un mercado cerca para vender sus productos, para la formación de precios de mercado y para conseguir mejor precio.

CAPÍTULO V

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